La especie Homo sapiens, es decir, el ser humano, apareció tardíamente en la historia de la Tierra, pero ha sido capaz de modificar el medio ambiente con sus actividades. Aunque, al parecer, los humanos hicieron su aparición en África, no tardaron en dispersarse por todo el mundo. Gracias a sus peculiares capacidades mentales y físicas, lograron escapar a las constricciones medioambientales que limitaban a otras especies y alterar el medio ambiente para adaptarlo a sus necesidades.
Aunque los primeros humanos sin duda vivieron más o menos en armonía con el medio ambiente, como los demás
animales, su alejamiento de la vida salvaje comenzó en la
prehistoria, con la primera
revolución agrícola. La capacidad de controlar y usar el fuego les permitió modificar o eliminar la vegetación natural, y la domesticación y pastoreo de
animales herbívoros llevó al sobrepastoreo y a la
erosión del suelo. El cultivo de plantas originó también la destrucción de la vegetación natural para hacer hueco a las cosechas y la
demanda de leña condujo a la denudación de montañas y al agotamiento de bosques enteros. Los animales salvajes se cazaban por su carne y eran destruidos en caso de ser considerados plagas o depredadores.
Mientras las poblaciones humanas siguieron siendo pequeñas y su
tecnología modesta, su impacto sobre el medio ambiente fue solamente local. No obstante, al ir creciendo la
población y mejorando y aumentando la
tecnología, aparecieron
problemas más significativos y generalizados. El rápido avance tecnológico producido tras la
edad media culminó en la
Revolución Industrial, que trajo consigo el descubrimiento, uso y explotación de los combustibles fósiles, así como la explotación intensiva de los
recursos minerales de la Tierra. Fue con la
Revolución Industrial cuando los seres humanos empezaron realmente a cambiar la faz del planeta, la
naturaleza de su atmósfera y la
calidad de su agua. Hoy, la
demanda sin precedentes a la que el rápido crecimiento de la
población humana y el
desarrollo tecnológico someten al medio ambiente está produciendo un declive cada vez más acelerado en la
calidad de éste y en su capacidad para sustentar la vida.